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Estamos a pocos días de terminar el 2018 y las temperaturas del Océano Pacífico Ecuatorial continúan en aumento. Sin embargo, El Niño todavía no está declarado oficialmente por los principales centros climáticos mundiales debido a que la circulación atmosférica no responde  al calentamiento del océano que se viene observando en los últimos meses.

Pero  los modelos dinámicos y estadísticos siguen firmes en sus proyecciones de una fase cálida o “El Niño”. Los resultados apuntan a una probabilidad superior al 80% de la ocurrencia de éste fenómeno en el trimestre enero-febrero-marzo 2019.

Seguramente El Niño dará que hablar en las próximas semanas, así que  te compartimos algunos de los datos indispensables para comprender el fenómeno y sus impactos globales y locales.

En condiciones normales, en el Océano Pacífico -esa enorme pileta de agua que en el ecuador ocupa unos 19 mil kilómetros de costa a costa- el agua más caliente alcanza los 28 grados y se encuentra del lado oeste, es decir en las costas sudestes de Asia y norte de Australia. Esta porción cálida del océano es conocida como  “pileta de agua caliente del Pacífico Oeste”.

Semejante cantidad de agua caliente funciona como una hornalla que libera energía a la atmósfera en forma de calor. Este calor  favorece la convección, por lo que, en condiciones normales, esta zona se caracteriza por ascenso del aire, baja presión, formación de nubes y precipitaciones. Hacia la costa de Sudamérica (Pacífico Este), en condiciones normales,  el aire desciende, inhibiendo la formación de nubosidad. Como vemos en la figura, la circulación del viento ocurre en sentido horario, y se la conoce como Celda de Walker.

Sin embargo, algunos años el calentamiento del agua se produce sobre la zona central y este del Pacífico y alcanza la costa de Perú. Es decir que se expande y se desplaza. Cuando este calentamiento anómalo iguala o supera los 0,5 grados centígrados durante cinco meses consecutivos o más, se considera oficialmente que estamos en presencia de un fenómeno de El Niño.

En la porción occidental (Australia) se ven favorecidos los vientos del oeste y esto, combinado con que los alisios (vientos del este) ya no tienen la fuerza necesaria como para seguir avanzando, hace que la convección se vea favorecida en el Pacífico Central.

El nombre “El Niño” se refiere a lo que ocurre en el agua. El nombre completo del fenómeno es El Niño Oscilación del Sur, o ENSO, por sus siglas en inglés. Esas dos últimas letras –S y O- remiten a lo que pasa ya no en el agua, sino en la atmósfera. Vale decir, la “Oscilación del Sur” se refiere a los cambios de presión que se dan entre las porciones oeste y este de la cuenca. O sea que ENSO se refiere a la manera en que interactúan el océano y la atmósfera.

Cuando hay un Niño, la diferencia de temperatura del agua entre la porción oeste (Australia) y este (América) del Pacífico disminuye, y hasta en algunos casos se invierte. Esto genera que también varíen las presiones y que por lo tanto, los vientos del este que generalmente prevalecen sobre el Pacífico, se debiliten.

En las latitudes medias del hemisferio sur continuamente se desarrollan ciclones y anticiclones que se desplazan de oeste a este, incidiendo en las condiciones de temperatura y lluvias. El Niño altera la trayectoria de estos sistemas meteorológicos. Para entenderlo mejor, podemos imaginar que ellos están embebidos en un río que fluye de oeste a este (los famosos vientos del oeste). Pero El Niño favorece que en el ecuador se libere gran cantidad de energía a la atmósfera, lo que altera la presión fuera de esa zona, y ésto a su vez modifica las trayectorias de los ciclones y anticiclones. Uno de los resultados de estas condiciones es una mayor frecuencia de eventos de lluvia en algunas regiones de Argentina.

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